A medida que crecemos, solemos perder esa curiosidad y espíritu explorador que nos caracterizaba en la niñez. Durante los primeros años, se nos alentaba a descubrir, experimentar y ser curiosos, pero con el tiempo tendemos a alejarnos de estas destrezas innatas que nos hacen únicos y auténticos. Esa ingenuidad de hacer y aprender, sin importar el nivel de destreza, nos hacía sentir bien y es algo que no deberíamos perderlo, sino recuperarlo.
Los niños perciben el mundo a través de una curiosidad incansable, cuestionando constantemente para comprender hasta el más mínimo detalle. Su capacidad para fantasear sobre lo que observan y dejar volar su imaginación sin límites es extraordinaria. No conocen sobre las barreras ni restricciones mentales que los puedan detener.
Solo piensan y lo hacen
Como adultos, podríamos beneficiarnos enormemente de recuperar esta esencia infantil: cultivar una curiosidad genuina, actuar sin autolimitaciones, y redescubrir ese brillo en la mirada que caracteriza a los niños. Adoptar algo de su inocencia y honestidad natural nos permitiría vivir con más alegría y menos prejuicios hacia los demás.
Continuemos haciendo y creando cosas que nos importen, construyendo así nuestro legado personal donde nuestros logros y metas perduren. Nuestros proyectos, pasiones y actividades sean el reflejo de quienes somos, una extensión de nuestra esencia.
De cara al 2025, el verdadero signo de éxito será nuestra capacidad de ser:
humildes
amables
honestos
abiertos
solidarios
abiertos
comprometidos
entusiastas
pacientes y compasivos
Hoy terminamos con este libro: Vuela: Encuentra tu pasión. Gánate la vida. Sé tu mejor versión en el que he compartido contigo todos sus valiosos aprendizajes.
El próximo año nos esperan nuevos libros por leer, descubrir y aplicar en nuestra vida.
¡Felices fiestas! 🎄
¡Gracias por leerme! Nos vemos pronto 😉
✨ Steff